Y pensamos,
que todo lo bueno iba a ser malo,
y que todo lo malo
serian tus manos en este infierno
de piernas abiertas
y de inviernos más largos
que los cafés calientes
a la hora de enfriarlos
con tus destellos
de poeta,
de te quieros,
olvidados.
No.
No tengo maneras,
ni tengo cualquieras.
Pero tengo tu pelo
y esta primavera,
y una estación más larga que cualquiera.
Confiamos
en que el egocentrismo
no se presentara sin llamar a la puerta,
y nos equivocamos
al pensar
y al actuar
como si la obra
no fuera con nosotros,
como si la unión de dos cuerpos
formarán la solución a todo,
y la fugacidad de la vida
sea eso,
verte andar por mi pasillo,
y no querer que tu culo
toque otros nudillos
ni salivas de una cualquiera.
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