domingo, 2 de febrero de 2014

A ti, que me alegras la alegria, porque vales por dos.


Llama la alegría a la puerta, disfrazada de ti,
y no se si quitarle la máscara
o besarla a ella en vez de a ti.
No se si invitarla a entrar y servirle un café,
o hacerte pasar a ti y desgastar el colchón
de la habitación del cuarto de invitados.
No se si quererte por encima de esa máscara
o por debajo, no se si directamente querer,
y más a ti que vales por dos.
A ti, que me besas los miedos,
a ti, que me arrancas las inseguridades
y decides deslizarte por esta columna vertebral
cansada como si se tratase de un acantilado.
A ti, que te gusta verme bailar sin camisa,
y cantar sin voz.
A ti, que me alegras la alegria,
porque vales por dos.



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